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El bosquemuseo ni es bosque ni es museo. No hay suficiente diversidad o densidad de especies vegetales como para que ese antiguo eriazo en proceso de restauración sea catalogado como un bosque. No posee una colección y el público aún no se hace parte para darle sentido al patrimonio imaginario que secretamente acumula, como para considerarlo un museo. Y, sin embargo, entre los observatorios astronómicos y los senderos del cerro Calán se cultivan las energías de un bosque y se sueña con un museo cuya colección se compone básicamente de tiempo. El tiempo que tarda una semilla en brotar, un tronco en formarse o quemarse, una sombra en crecer, una visión en nublarse; el tiempo que demora un sonido en desvanecerse, los materiales en descomponerse, el tiempo que pasa entre el despertar de una idea y su devenir común.
El propio bosquemuseo es un proyecto que se ha ido cultivando en el tiempo, desde antes incluso de contar con el espacio dispuesto por el Departamento de Astronomía de la U. de Chile para realizarlo. Es, como muchas cosas que pasan en la Bienal de Artes Mediales, un proyecto con varios orígenes, cuyo destino permanece abierto con oscilante intensidad hasta que logra consolidarse en una obra, un texto, una acción. En este caso, uno de los orígenes del bosquemuseo fue el jardín editorial de la exposición El tercer paisaje que instalamos en el Museo Nacional de Bellas Artes como parte de El cuarto mundo, la 14 Bienal de Artes Mediales de Santiago. Replicando la primera museografía viva que llenó de palmeras y otras plantas el hall del Palacio de Bellas Artes durante los años que siguieron a su inauguración en 1910, entre octubre y noviembre del 2019 llenamos ese mismo espacio de plantas. Pero esta vez eran quillayes, boldos, peumos, chaguales y otras especies nativas del bosque esclerófilo, provenientes de las colecciones cultivadas por la Corporación Jardín Botánico Chagual, con la cual la Corporación Chilena del Video (CChV) cultiva una fértil alianza.
Esas son las plantas pioneras del bosquemuseo. Fueron también testigos casi solitarios de aquella exposición que se mantuvo cerrada la mayor parte de su tiempo, mientras afuera resonaban las manifestaciones del estallido social que reorientó la vida del país.
La noción de “tercer paisaje” que dio título a esa muestra es otro de los orígenes del bosquemuseo. El concepto, propuesto por el jardinero y filósofo francés Gilles Clément, convoca nuestra atención hacia los terrenos baldíos, esos eriazos en los que crece la maleza libremente, tan lejos del paisajismo proyectado como de un ecosistema nativo intocado. Nosotros ocupamos ese concepto para nombrar la exposición porque veíamos ahí una posible respuesta a la incertidumbre, eje inestable de El cuarto mundo. Esa respuesta se puede traducir como la anulación de todo gesto, la contención de toda voluntad, en otras palabras, dejar actuar al tiempo en el espacio y no hacer nada. El tercer paisaje es lo que ocurre cuando los seres humanos nos retiramos de un espacio que previamente había sido intervenido, la mayoría de las veces, para degradarlo. Es el resultado de nuestra inacción que, en ocasiones, resulta ser mucho más fértil y viva que tantas acciones infames.
Y otros orígenes más confluyen en el bosquemuseo: un creciente acercamiento entre artes y ciencias, después de un periodo históricamente breve pero culturalmente muy determinante de distanciamiento forzado. Muestra de ello es la disposición del Observatorio Astronómico Nacional cerro Calán a involucrarse en un proyecto como este y, también, la complicidad de los observatorios de Atacama, ALMA y ESO con el laboratorio de aceleración de partículas europeo CERN para acoger el programa de residencia artística Simetría. Está también la coherencia curatorial, largamente perseguida por esta Bienal, para integrar en una exposición los procesos creativos de artistas que han participado en los programas de residencia e investigación artística promovidos por la CChV. Además de Simetría, confluyen en el bosquemuseo procesos iniciados durante los Encuentro de Arte, Ciencia y Cultura Digital, el programa de arte y astronomía Mecánica Celeste y, por primera vez, la alianza con el ifa de Stuttgart.
A comienzos del verano de 2021, el bosquemuseo se dispone para recibir a sus primeros ocupantes, siendo la sede del segundo pilar de Umbral, la 15 Bienal de Artes Mediales. Artistas de Chile y el extranjero preparan obras que se incorporarán como abono al proceso de restauración de esa porción del cerro-isla Calán. Semillas electrónicas, sonidos de otros bosques, diversos dispositivos de observación de este paisaje y de otros, serán las estaciones de un sendero que tiene varios orígenes, pero un destino cierto: dar tiempo y lugar para dejar a la naturaleza pasar.
Por Catalina Valdés E., historiadora del arte.