El estado de las cosas ilumina una lógica obtusa, donde cada espacio responde a narrativas cuya unión refleja una dislocación del relato, apelando a la exploración no lineal. Las obras cohabitan, sin un relato común, bajo una práctica del espacio sustentada en la libertad de componer. Una construcción que quiebra toda posibilidad de una estructura continua, por medio de la incorporación de elementos que convergen sin un gesto condicionante de la exploración.

Sin embargo, uno de sus elementos se convierte en un espacio donde confluye la confusión provocada por una narrativa curatorial no evidente. En la sala sur, habita el registro audiovisual e infográfico Bombas lacrimógenas sobre plaza dignidad del colectivo Arquitectura Forense, el cual retrata los efectos nocivos de esta arma utilizada discrecionalmente contra los manifestantes durante la revuelta social del 2019. La zona poniente de la sala se convierte en un Jardín Editorial, espacio que apela a la conjunción de una relación crítica con el contexto, mediante la autogestión social como antídoto para enfrentar la drástica transformación de nuestro contexto. Un dispositivo participativo en el que se instalan diversos elementos que dan cuenta de una posible construcción colectiva de sentido sobre el proceso constitucional, donde las estrategias curatoriales se proponen para la compilación de evidencias, y la provocación de conversaciones desde el disenso. Elemento de composición basado en la interacción, que incorpora en un cuerpo de imágenes, sonidos y relatos audiovisuales, un portal de conexión común con otros territorios mediante el disenso.    

Tala, serie de obras sobre el bosque de Meliza Luna, entrega una visión del desastre y la resistencia resignificando una performance inspirada en la acción de Elías Adasme A Chile, señalando la deforestación de diversos territorios. Tres videos y una serie de acciones en las que la artista interviene el espacio público, forestal y privado, para denunciar la proliferación de monocultivos.

La propuesta audiovisual de Claudio Correa De chilena / Disolvencia utiliza elementos icónicos de la cultura popular y la religión para exponer la pregunta por el cuerpo, su tratamiento esclavo, mediante objetos y representaciones de iconografías neoliberales.

El programa de residencia de CAB (Casa Museo Alberto Baeriswyl), curado por Luisa Murillo, toma la noción de Consciencia para incorporar las obras de Nicolás Rupcich, Cepams y la artista suiza Valentina Pini. Las obras en su conjunto conforman una relación entre paisajes procesados y sintéticos, donde la materia orgánica pura y la intervenida por el humano, señalan el límite entre naturaleza procesada y en estado inalterado, y su condición de materia prima para nuestra condición extractivista.

En el segundo piso, Andres Denegri estrena Dua malam, poema audiovisual que significa dos noches que en realidad son una. La videoinstalación, compuesta por imágenes fijas y en movimiento, nos entrega una composición marcada por un ritmo intenso y provocador, donde la ausencia de la imagen y la prevalencia el sonido, es quebrada por el vertiginoso despliegue de imágenes y voces que surgen del sueño.

En Espacios resonantes #10: Inchindown de Sofía Balbontín, Mathias Klenner, Joan Lavandeira  y EMARX, la sala es inundada por reverberancias que recuerdan la distancia y el vacío. Instalada en un espacio mínimo, genera un contraste con la magnitud del registro sonoro del espacio retratado, dislocando la condición de espacio y tiempo de este sitio específico. 

En El estado de las cosas nos enfrentamos a un recorrido caleidoscópico, donde contemplación y participación se conjugan para componer una visión colectiva del presente.