15ª BIENAL DE ARTES MEDIALES DE SANTIAGO
Una imagen es siempre un reflejo, un pozo sin fondo, algo intangible incierto e indefinido cuyo significado no se limita solo a lo que vemos, lo que reconocemos, sino que va unido a toda una batería de recuerdos y visiones mentales latentes en nuestro pensamiento. También es un umbral, un espacio físico -en este vídeo una fina capa de Ion de plata- que lentamente atravesamos con nuestra mirada
En esta videoperformance -con paciencia y una actitud distanciada y desprovista de esa carga aurática atribuida tradicionalmente a la figura del artista- Bracho ejecuta de nuevo una acción registrada a tiempo real y editada en un solo plano fijo: el borrado del alumbre de un espejo de gran formato que ocupa la totalidad de la escena. Pulverizando con una minervilla el líquido reactivo éste funde y disuelve la plata, convirtiendo como por arte de magia el espejo en un cristal.
Se nos revela así lo oculto a primera vista tras esa barrera especular; una imagen que no es más que la continuación de la estampa que vemos en los primeros segundos. El resultado final de este superplano secuencia es una narración sin climax, en la que el peso del relato y la acción se diluyen otorgando a la imagen una dimensión plástica total. Esta suspensión de la historia permite al espectador recrearse en el proceso creativo de consolidación y recepción de unas imágenes que lentamente se transforman ante sus ojos.