En 1979, Lotty Rossenfeld dio inicio a Una milla de cruces sobre el pavimento, proyecto en el que entrecruzaba las líneas de la carretera para generar un signo +, que establecía la cruz como símbolo para cuestionar los estatutos políticos y la rigidez institucional acontecida bajo la dictadura cívico-militar chilena de la época.

La acción replicada en diversos lugares de Chile y el mundo hasta convertirse en la obra más icónica de la artista, es la que registra este trabajo donde Rosenfeld cruza en auto el Paso Internacional Los Libertadores y el túnel Cristo Redentor, que une y divide Chile y Argentina, sobre cuya pista vuelve a trazar cruces.

El mismo acto es el que realiza en el límite fronterizo entre la República Democrática Alemana y la República Federal de Alemania, donde la artista ocupa esta vez su cuerpo como eje.

Ambos registros son presentados en esta obra donde se sobreponen grabaciones radiales de onda corta, atravesadas por imágenes y discursos que examinan las fronteras como un signo arbitrario, sujeto a la convención de nación y nacionalismos, que a lo largo de la historia ha causado guerras, desencuentros, expulsiones y desarraigos por negligencias políticas y límites ideológicos. 

Rosenfeld produjo esta pieza audiovisual en el marco de una exposición realizada en 1983 en Alemania bajo el título Chilenas. Drinnen und Draußen. 40 Künstlerinnen zum Thema Zenzur und Exil (Dentro y fuera: 40 artistas chilenas bajo el tema de censura y exilio), que buscaba dar cuenta de las artistas residentes en Chile y aquellas que fueron exiliadas tras el golpe militar de 1973. A su regreso al país, la autora quiso mostrar la obra en la tercera edición del Festival Franco Chileno de Videoarte, pero el Consejo de Calificación Cinematográfica de la época la requisó, clasificándola como propaganda contra el régimen. Casi 40 años después, logra su cometido al ser expuesta en la Bienal de Artes Mediales de Santiago, heredera del Festival Franco Chileno.