¡Podemos tomar un barco o simplemente caminar o volar, vamos!
pero para aventurarnos más allá, tenemos que superar numerosos muros,
a menos que cerremos los ojos para atravesar la materia sin romperla.
Cerrar los ojos es un acto de confianza en el mundo.

El hombre sin imagen nos invita a penetrar en las profundidades de la historia, evocando la advertencia de Marcel Duchamp: “la visión penetra en la materia sin romperla”. La obra nos propone un espacio inundado por la interacción de imágenes, sonido y movimiento: contemplamos la escena hipnótica de un cuerpo que flota bajo el mar, al tiempo que lucha con la vela de un barco en un gesto al borde de una danza. Situación que se ve interrumpida por el rumor tenue y constante de mujeres que golpean el Edificio Telefónica, mientras en un segundo televisor, un cúmulo de piedras choca contra un muro de fierro y nos recuerda el estallido social de 2019.

Como un hombre en el mar que ha perdido su barca, El hombre sin imagen nos invita a experienciar el espacio de un mundo agitado, sin un punto de fijación con lo real, entregado a la incertidumbre de acontecimientos incontrolables, y a la posibilidad de dar forma a otras maneras de entender el presente y la nueva historia que se está escribiendo. Es un símbolo de representación de lucha contra el miedo, contra la injusticia que se esconde y nos invita a atravesar el desierto imaginario que acecha las noches más oscuras y tranquilas, pero también paradójicamente, las noches más iluminadas por un rayo en medio de un océano de preguntas.

Esta obra fue exhibida en la exposición Êtres/lieux en Galerie de l’UQAM (Montreal, Canadá), en la exposición Gestus I atto: Rifare il corpo en Teatrino di Palazzo Grassi (Venecia, Italia) y en la exposición Prix Marcel Duchamp 2020 en Centro Pompidou (París, Francia) donde el artista fue nominado a este premio por la Asociación para la Difusión International del Arte Francés.