Las marcas que dejan las barricadas después de una jornada de protestas son cicatrices de ciudad, señales que han ido avanzando de los barrios periféricos a los centros urbanos, dando cuenta de un pasado que estalla en el presente y un conflicto social abierto. El fuego carcome el asfalto, dejando grabadas las huellas del enfrentamiento en el piso junto a costras de materiales derretidos. Una de estas marcas fue encontrada en Plaza Dignidad en octubre de 2019 por Cristian Inostroza, para ser fundida en bronce, monumentalizando los vestigios de la fricción del conflicto en una pieza única.

Del mismo modo, balines disparados para reprimir la revuelta son utilizados para confeccionar un txraripel o collar de perlas negras, convirtiéndose en una pieza de arte que exhibe los vestigios de la violencia ejercida por las fuerzas del Estado, no sólo en el contexto del estallido social, sino en contra de los pueblos originarios desde larga data.

Convertidos en objetos que imitan una condición de joya, ambas esculturas ponen en pugna la estetización de los acontecimientos de lucha y resistencia social, dando paso a nuevas reflexiones en torno a la historia oficial y reciente de Chile.

Colaboradores:
Benjamín Rodríguez, Taller La Fundición Artística, Álvaro Silva