La artista chilena habla sobre su obra "Tres lunas más abajo" instalada en el bosquemuseo de cerro Calán y también en miaau, el museo intangible de artes audiovisuales.
La artista chilena Patricia Domínguez participa en esta edición de la Bienal con «Tres lunas más abajo», una escultura de metal de 1,95 cm. de altura, intervenida con spray de piedra y una antena de cuarzo en la que manos de monstruos, humanos, animales y robots ofrendan elementos minerales y orgánicos del lugar. Instalada en el bosquemuseo de cerro Calán, otra parte de la obra convive en miaau, el museo intangible de artes audiovisuales, donde presenta una bitácora que que recopila la experiencia de aprendizaje e intercambio disciplinar generada durante la residencia Simetría, realizada en el marco de la Bienal. A partir de conversaciones con científicos de CERN (Suiza), la artista tomó algunos de los conceptos compartidos sobre física cuántica, hoyos negros y el comportamiento maquinario para traducirlas en una croquera personal de documentación y codificación onírica y sensorial.
Además, en base a esta investigación que también sigue el trabajo musical de Fernando González Marabolí y Samuel Claro Valdés en torno a los orígenes astronómicos de la cueca tradicional, la artista ha trabajado con la agrupación Los Chinganeros, creando nuevas piezas basadas en el movimiento cuántico de partículas, algunas de las cuales fueron presentadas en el bosquemuseo, en el marco de la apertura de «Umbrales, ¿cómo anudar el tiempo?» de la ifa Gallery de Stuttgart, Alemania.
A continuación, el cuestionario que Patricia respondió en el marco de «Umbral».
¿Qué artefacto, lugar o elemento reconoces como un umbral? ¿Por qué?
Para mi un portal es un evento, objeto o lugar que por sus formas, características o energías, llame y jale energías multidimensionales. Por sus formas, hacen un llamado cuántico a otras dimensiones. Funcionan en esa dimensión, en donde el tiempo espacio cambia y dos partículas, una en Andrómeda, por ejemplo, y la otra acá, donde una esté, pueden estar conectadas instantáneamente. Eso es un portal para mi. En donde puede producirse un salto cuántico, no lineal de estados, conocimiento o información. El umbral es la primera entrada a alguno de esos portales. Y creo que en eso estamos en Chile, entrando a un nuevo umbral, desde el 2019.
¿Con qué práctica científica te encuentras más a menudo en tu trabajo artístico o con cuál sientes mayor afinidad?
Mi trabajo resuena con varias ciencias desde un punto de vista experimental y crítico. Eso sí, los procedimientos que llevo a cabo tienen que ver más con prácticas abiertas que con las científicas-racionales que buscan confirmar sus hipótesis. Hay sentires e intuiciones que demorarán años en corroborarse desde la ciencia, pero que sabemos que son reales. Principalmente estoy en resonancia con el animismo, la neurociencia, la etnobotánica, la antropología y arqueología experimental y últimamente desde la experiencia en el CERN, con la física cuántica. Todas estas indagaciones tienen que ver con entender y deconstruir las nociones de realidad que sostenemos como cultura capitalista y con ampliar las posibilidades de percibir el mundo y otras inteligencias no humanas.
¿De qué forma la obra que presentarás en la 15 Bienal se vincula con la curatoría «Umbral»?
Tengo tres obras (una bitácora para miaau, las cuecas cuánticas en colaboración con Los Chinganeros y una escultura que estoy produciendo ahora. «Tres lunas más abajo» es una escultura de metal con spray de piedra de 1,95 cm de altura con diversas manos multiespecies que contienen ofrendas y una antena de cuarzo instalada en el cerro Calán; manos de monstruos, humanos, animales y robots hechas con cemento ofrendan elementos minerales y orgánicos seleccionados de este cerro isla en un gesto cuántico, honrando a los minerales de las montañas y cerros que están siendo extraídos, mandando fuerzas a las plantas que están resistiendo a la mega sequía por la que estamos atravesando y ofreciendo un umbral para ofrendar, honrar y conectar con los espíritus y partículas minerales, vegetales, animales y acuosos que habitan el valle de Santiago.
Este espíritu tutelar multiespecie y multielemento es una rogativa a los espíritus del valle de Santiago para regenerar los ciclos que han sido intervenidos mediante la extracción y depredación del neoliberalismo. Un nuevo emblema para Santiago, un espíritu multiespecie que nos conecta más allá de lo humano.
«Tres lunas más abajo» apela a la comunicación en la dimensión cuántica, una comunicación más rápida que la luz, que conecta a las partículas instantáneamente. Desde las ofrendas minerales del cerro Calán, estaremos conectando con los centros minerales de la cordillera de los Andes. Desde las plantas del mismo cerro, con sus hermanas especies de los otros. De esta manera se honran a los minerales y plantas por sí mismos y no como materias primas para ser extraídas.
La escultura es un tótem que está direccionada entre el Este y el Oeste, hacia la cordillera y el mar, señalando el flujo completo de las aguas del valle central. También apunta con un cuarzo blanco hacia arriba, apelando a las propiedades piezoeléctricas del cuarzo dentro de los chips de nuestros aparatos electrónicos, para que funcione como antena entre el cielo y la tierra, y distribuya las intenciones de las ofrendas hacia todas las direcciones, con intención y fuerza.
«Umbral» busca crear espacios de reflexión sobre el proceso constitucional, abordando las temáticas ligadas al arte, cultura, ciencia y tecnología. En esta línea, ¿cuáles consideras son los puntos que sí o sí debiese considerar la nueva constitución?
En el sistema capitalista en que estamos, el arte y la cultura se han menospreciado como elementos de entretenimiento y no como propulsores de pensamiento crítico y propositivo, sensible y/o empoderador. La cultura es una antena de los principales problemas y sensibilidades de la época en que vivimos. Es el alma de un pueblo. Abre preguntas, reflexiones, posibilidades que ninguna otra disciplina hace. Y eso lo necesitamos como humanes. Por eso creo que es fundamental que aseguren la continuidad de espacios artísticos, de apoyo a las personas creativas, de armar escuelas en todo Chile de quehaceres creativos, que promuevan la creatividad y la imaginación más allá de lo utilitario o lo que produce dinero.
Creo que la misma aproximación tiene que darse con la ciencia y la tecnología, para que se usen en pos del bienestar de las personas y de lo no humano, más que solamente generar lucro o extraer. Que se aseguren de apoyar investigaciones en ciencia y tecnología para atravesar las crisis sociales y medioambientales tan horribles que estamos atravesando. Una tecnología feminista. Eso si siempre con un resguardo en general con la tecnología, la que, siendo una herramienta tan potente, se puede mal utilizar fácilmente y, por ejemplo, usarla para adentrarnos más al hoyo digital, de alineación y compulsión en que estamos.
Tras el estallido social ocurrido en Chile en octubre de 2019 y, posteriormente, la llegada del COVID-19 al país en marzo de 2020, hemos transitado por un umbral hacia una nueva forma de vivir en comunidad. ¿Cómo estos últimos dos años han resonado o afectado tu manera de pensar y hacer arte?
Estamos en una crisis sistémica que es insostenible. Estos años han sido para volver a pensar en lo común, en la comunidad, en la común-unidad. Por la pandemia ha sido claro que somos un mismo cuerpo distendido en el planeta. Se ha hecho urgente pensar en colectivo. Con el estallido social ha sido la misma energía de pensarnos en colectivo, pero desde pensar un vivir digno para todes, no solo para algunes.
Yo ya llevaba hablando de estos temas de crisis sistémica a nivel exterior e interior en mis trabajos. Extractivismo territorial y extractivismo emocional. Aunque suene contradictorio, creo que ahora hay más esperanza y empoderamiento en ellos. Hasta el 2019 no veía salida, aparte de sanaciones individuales.
A propósito de lo anterior, ¿cuál es el rol del arte en un mundo en crisis?
Creo que el arte crea estructuras y pensamientos nuevos. Y eso nos hace evolucionar nuestras concepciones de mundo, ampliar nuestras percepciones, expandirnos en posibilidades nuevas. El arte sustenta el abrir visión, mostrar, imaginar, experimentar, re-coreografiar, realizar, mezclar, sensibilizar, cuestionar el poder, amplificar voces que están invisibilizadas. Canaliza sentires y percepciones y conecta con lo no nombrado aún. El arte tiene el poder de meter basura al caldero y hacerla florecer en sentido. Tiene la capacidad de transformar. Creo que es la misma función que ha tenido siempre. Aunque en tiempos de crisis se hace aún más necesario el rol del arte, para obtener visión. El arte puede hacernos cantar mientras se desmoronan las estructuras de los sistemas.