La artista Francisca Gili revive la antigua tradición de botellas silbadoras andinas en esta muestra que inaugura el 6 de enero. Curada por Carolina Arévalo, "Cantarino" establece un diálogo entre la artesanía tradicional, videoarte, performance e instalaciones inmersivas.
Meciendo suavemente la vasija -que contiene agua en su interior- o silbando en los golletes, Francisca Gili transforma las figuras que crea en cerámica en increíbles instrumentos. Sonidos que transportan a siglos remotos y que recuerdan al canto de los pájaros o el correr del agua en el río, son los que emiten las botellas silbadoras de la artista y antropóloga.
La exposición “Cantarino”, disponible desde el 6 de enero hasta marzo de 2022 en el Centro Cultural Montecarmelo ubicado en pleno Barrio Bellavista, es una invitación a conocer los sonidos amerindios. Financiada por el Fondo Nacional de las Artes, esta muestra es curada por la gestora cultural Carolina Arévalo y forma parte de la red de espacios satélites de «Umbral», la 15 Bienal de Artes Mediales de Santiago.
Las botellas silbadoras son una tecnología prehispánica que se desarrolló a lo largo de distintos pueblos de lo que hoy es Ecuador y Perú, desde hace tres mil años hasta su desaparición en la colonia. Su tecnología se basa en la incorporación de silbatos en botellas cerámicas. Estos silbatos en algunos casos pueden ser soplados por las personas y en otras, son activados por el desplazamiento del agua en el interior.
“En las tradiciones, tanto de los Andes como de las tierras bajas de la Amazonía, el sonido tiene un rol súper importante porque permite la comunicación con las entidades no humanas que habitan el entorno” explica Gili. Artista y magister en antropología, ha basado su trabajo en la herencia cultural propias de la región Andina.
La exhibición propone una inmersión en un video realizado a partir de la interpretación de las piezas por La Chimuchina, agrupación musical en la que Gili participa, que crea a partir de las tecnologías de los instrumentos musicales arqueológicos y la continuidad que ésta tiene en el presente. Muchas veces las botellas silbadoras originales están resguardadas en depósitos de museos y es difícil acceder a sus sonidos, más aún escuchar a varias de ellas sonando al unísono. En esta propuesta los visitantes podrán vivenciar sonidos, colores texturas y movimientos emanados por las botellas silbadoras de Cantarino en uso. Se busca así explorar el aprendizaje mediante los sentidos.
Para realizar esta exposición, Gili recurrió al investigador José Pérez de Arce -fundador de La Chimuchina y Doctor en Estudios Latinoamericanos-, quien durante más de 30 años ha realizado un importante catastro de estas piezas. Aun en la actualidad, no se sabe con certeza qué tipo de líquidos se utilizaban para hacer sonar las botellas. En cuanto a sus usos, Gili piensa que está tecnología busca dar vida a los cántaros cerámicos, en el pensamiento amerindio se piensa que los objetos son seres vivos y que las deidades están encarnadas en el medio natural.